lunes, 17 de noviembre de 2008

El precepto


A pesar de los tibios rayos de sol que acompañaron la mañana del miércoles 24 de marzo, aquel día se erigía como el más negro de la historia argentina. La Junta ya estaba en el poder y tenía el control de la situación. Minutos antes de las 11, los militares prestaron juramento en el edificio Libertador. Poco después, al mismo tiempo que las Fuerzas Armadas se encargaban de esparcir el pánico y recluir multitudes, las gacetillas iban llegando a las radios, diarios y canales. Como primera medida, quedaban suprimidos todos los espectáculos, transmisiones y programas de televisión. No obstante, el locutor oficial, Juan Mentesena, daba a conocer el más llamativo de los comunicados, el número 23: "Se ha exceptuado de la propagación programada para el día de la fecha el partido de fútbol que sostendrán las selecciones de Argentina y Polonia". En la jornada que cambió el rumbo del país, uno de los días más trascendentes del siglo veinte para la Nación, se transmitiría en cadena un partido amistoso de la Selección en Europa. La orden que recibió el periodista Enrique Macaya Márquez, comentarista de aquel encuentro, fue terminante: "Sólo dedicate a decir los nombres de los jugadores".